
Marisa Recio tuvo una infancia feliz entre vagones y locomotoras en Río Chico, antes de radicarse en Bahía Blanca para hacer la escuela primaria. Pasaron 45 años para que pudiera cumplir el sueño de volver a la colonia ferroviaria donde creció y disfrutar otra vez del tren a vapor, invitada por su hijo. Tras los exitosos viajes del verano, estudian continuar con el tramo Jacobacci – Empalme en los próximos meses. (Foto: Gentileza)
La vieja locomotora a vapor comenzaba a estacionar en el andén de la estación ferroviaria de Jacobacci. Marisa lo recorría impaciente hasta que no pudo contener sus lágrimas, emocionada por los recuerdos. Eran las 10:30 del viernes santo y un sol radiante empezaba a entibiar una fría mañana.
Junto a su hijo llevaba varias horas esperando ansiosa, mientras le contaba a
Emiliano la historia del abuelo. Hasta que la Henschel 104 que encabezaba la
formación ferroviaria se detuvo y dejó de humear. Segundos después Marisa trepó
los dos escalones de la estructura de hierro construida en Alemania en 1922 y
subió a la cabina.
“Mi papá fue maquinista de La Trochita”, le contó al
conductor del tren, Nelson Sepúlveda, y rompió en llanto. Luego ambos iniciaron
una emotiva charla. Las preguntas de la mujer se multiplicaron y cada una tuvo
respuesta. Al bajar de la locomotora se abrazó a Emiliano y se sumaron las
fotos con el tren de fondo.
Para muchos, el viaje en La Trochita es un paseo por la historia ferroviaria
del país y del desarrollo de la Región Sur rionegrina. Pero para Marisa fue
también volver a sus raíces y compartir con su hijo una parte grande de su
historia familiar. Un día antes del último viaje que hizo La Trochita en Semana
Santa, como cierre de la exitosa temporada que arrancó en el verano, la mujer
llegó desde Bahía Blanca para cumplir un
sueño que esperó 45 años.
No tenían boleto y la formación estaba completa. Pero el apellido Recio, como otros tantos que aún resuenan en el ambiente ferroviario de Jacobacci, pudo más y consiguieron dos lugares.
“Mi papá hacía el trayecto Cerro Mesa-Jacobacci y Cerro Mesa-El Maitén”, dijo
con la voz entrecortada. “Hace 45 años que no vengo –siguió– Era un sueño y me
trajo mi hijo. Vamos a disfrutar juntos de La Trochita y voy volver a Río
Chico, lugar en el que viví”.
La historia del padre
Su papá, Alberto Recio, uno de los tantos ferroviarios que trabajaron en el
ramal de La Trochita, vivió en Río Chico
entre 1956 y 1974. En ese un pequeño pueblito ubicado a
unos 127 km al sur de Jacobacci por el trazado férreo de la denominada trocha
angosta, Marisa disfrutó los primeros años de su infancia y luego se fue con su
mamá a Bahía Blanca para iniciar la escuela primaria.
No tenían boleto y la formación estaba completa. Pero el apellido Recio, como otros tantos que aún resuenan en el ambiente ferroviario de Jacobacci, pudo más y consiguieron dos lugares.
“Mi papá hacía el trayecto Cerro Mesa-Jacobacci y Cerro Mesa-El Maitén”, dijo
con la voz entrecortada. “Hace 45 años que no vengo –siguió– Era un sueño y me
trajo mi hijo. Vamos a disfrutar juntos de La Trochita y voy volver a Río
Chico, lugar en el que viví”.
A los 11 años, hizo con Emiliano un viaje en La Trochita en Esquel. “Pero esta vez es muy distinto. Voy a conocer los pagos de mi vieja, donde pasó su infancia y donde trabajó mi abuelo. Voy a conocer la historia de mi familia”, dijo él. Se subieron a uno de los viejos vagones de pinotea y emprendieron el viaje hasta Ojos de Agua, un recorrido de 43 km en los que abundaron las anécdotas, los recuerdos y las lágrimas.
Rumbo a Río a Chico
Un día después
viajaron en auto desde Jacobacci hasta Río Chico. Allí recorrieron rincones que
le dejaron imágenes imborrables a Marisa. “Cuando vivía en Río Chico, jugaba en
los vagones con mis amigas. Juntábamos las tapas de las latas de leche:
simulábamos que eran platos y las latas de tomates al natural los vasos. Nos
subíamos al furgón del Guarda y jugábamos a la casita”. Y agregó: “A veces nos
pedían que nos fuéramos porque tenían que dejar cerrado el vagón. Nos íbamos,
pero al rato volvíamos con una media pinza, abríamos la puerta y seguíamos
jugando”.
Esa visita fue tan
emocionante como el viaje en La Trochita. Marisa recorrió cada rincón del
pueblo y le mostró a su hijo aquellos lugares que hicieron su infancia muy
feliz.
Llegó hasta la colonia ferroviaria en la que vivió junto a su familia, la cuarta casa ingresando desde Jacobacci, volvió a subirse a los vagones en los que jugaba de chica y junto a Emiliano llegó caminando hasta el Puente Bailey, una estructura de hierro de 106 metros de largo que atraviesa el río Chico. También se encontró con viejos conocidos. Entre ellos don Sabino Cahuimpán, quien trabajaba como cambista o señalero en la época que su papá era maquinista. “Fue muy emotivo ver a don Sabino, que hoy tiene 98 años. Y a su hijo, que se acordaba de mi y de mi papá. Yo era un piojito y cada vez que escuchaba el silbato que anunciaba que llegaba la Trochita a Río Chico iba corriendo y le decía ‘Don Sabino, ahí viene mi papá…’”
La de Marisa es una de las tantas historias que dejó el ferrocarril en la Línea Sur, una zona que se desarrolló con el tren y que con el avance de las locomotoras recibió a cientos de trabajadores que llegaron desde distintos puntos del país para construir sus vidas cerca de las vías.
Así lo hizo Alberto Recio. Su nieto ahora conoce los pagos donde el abuelo conducía una locomotora. Y su hija volvió a la tierra donde fue feliz de pequeña. El regreso de La Trochita en territorio rionegrino reactivó el sentir ferroviario y trajo emocionantes historias de quienes trabajaron en el legendario trencito a vapor.
La Trochita volvió para quedarse
Después del cierre del ramal Jacobacci-Esquel, en 1996, varios fueron los intentos para que La Trochita funcione regularmente. Sin embargo, el año pasado solo había realizado viajes aislados. En diciembre del 2018 luego de que se repararan casi a nuevo dos locomotoras y parte del material rodante, el gobierno provincial de la mano del Ministerio de Turismo, de Tren Patagónico y del Ente de Desarrollo de la Región Sur, puso en marcha un cronograma de viajes de verano con saldo muy positivo que dejó abierta la chance de seguir en los próximos meses. “Superó todas las expectativas. Empezamos el 19 de diciembre con 58 pasajeros y mientras se sumaban salidas la demanda crecía. El último viaje lo hicimos con 100 pasajeros y más de 20 no pudieron viajar”, dijo el gerente del Tren Patagónico, Alberto Llanca. Entre el 19 de enero y el 19 de abril, la Trochita hizo 12 viajes con un promedio de 85 personas entre Jacobacci y Ojos de Agua, ida y vuelta, 86 km.
Se evalúa la posibilidad de hacer viajes entre Jacobacci y Empalme, a 14 km.
Allí hay una edificación que era habitada por trabajadores que manejaban las señales para advertir sobre la circulación de los trenes. Se refaccionaría para que funcione allí una cafetería. “Es una opción. También hay solicitudes para realizar un viaje con turistas extranjeros hasta Río Chico, en agosto de este año y dos entre Jacobacci y El Maitén para el 2020. Nuestra Trochita genera mucho interés”, sostuvo Llanca. Adelantó además que en mayo, inspectores visitarán Jacobacci para habilitar a nuevos conductores para el ramal la Trochita.
DATOS:
-85 pasajeros por viaje fue el promedio durante la temporada estival. En la última salida, el viernes santo, 20 personas se quedaron sin poder subir.
12 viajes en el verano
El costo del pasaje fue de $ 1.850 ida y vuelta desde Jacobacci hasta Ojos de Agua (sin almuerzo). Saliendo desde Bariloche, $ 2.950
Fuente: Diario Río Negro (José Mellado)